jueves, 4 de noviembre de 2010

PRESUPUESTO UNIVERSITARIO

El día jueves 14 del corriente mes y año tuvo lugar en la ciudad de Caracas la marcha promovida y organizada por el sector universitario nacional. Miles de profesores, empleados administrativos, obreros y estudiantes, se hicieron presente, unidos por un interés común y sin distingos de ninguna naturaleza. El objetivo  principal de la marcha, a mi manera de ver, fue llamar la atención de la opinión pública nacional y, particularmente, del sector gubernamental, sobre las insuficiencias presupuestarias que desde hace varios años vienen padeciendo las Universidades del país, lo que las condena, poco a poco, a eliminar programas y a desmejorar en aspectos académicos, organizativos, de gestión e infraestructura física e, inclusive, a disminuir la oferta de cupos para los cientos de miles de bachilleres que anualmente egresan de los estudios medios, en definitiva, a cerrar sus puertas. En Venezuela se ha tergiversado por completo, sobre todo en el sector público, la noción de presupuesto. El presupuesto, teóricamente hablando, es un instrumento de planificación y de gestión o ejecución. Un presupuesto bien elaborado es la traducción en  costos de una determinada o determinadas políticas públicas; por consiguiente, no puede haber presupuesto sin plan o proyectos. Al mismo tiempo, el presupuesto es un factor  para guiar y evaluar una gestión determinada, dado que los distintos rubros o partidas presupuestadas  se convierten en indicadores para medir o evaluar la gestión, de lo que surgen las nociones de eficacia y eficiencia, para referirse al logro de objetivos, pero, también, al logro de objetivos con el menor uso de recursos posibles. Entre nosotros, presupuestar, elaborar presupuestos públicos, termina siendo un ejercicio metodológico, un juego de expertos, una tarea para cumplir con ciertas obligaciones de ley y poder obtener recursos que permita a las instituciones  mantenerse con vida, aunque sea vegetativa. Esto es tan cierto que, inmediatamente,  se aprueba el presupuesto público se advierte que las insuficiencias, las que se conocen previamente, se subsanarán con créditos adicionales. La irracionalidad e irresponsabilidad llega a tal extremo que en no pocas ocasiones los créditos adicionales superan el monto del presupuesto de Ley.En las Universidades Nacionales esta situación forma parte de la vida cotidiana. Hay, supuestamente, un proceder formalmente establecido para elaborar el presupuesto, en el que deben participar varias instancias, tales como las cátedras, departamentos, consejos de escuela, consejos de facultad, etc, es decir, la consulta debe comenzar en las unidades de base hasta llegar a los niveles superiores; pero,  en la práctica, no se consulta ni interviene nadie, toda vez que los organismos  que podemos llamar suprauniversitarios (OPSU-CNU), envían los criterios para la elaboración del presupuesto acompañada de la urgencia respectiva, luego, este presupuesto, así, elaborado, a la carrera, es aprobado en las instancias superiores, al mejor estilo de la planificación centralizada . Elaborado el presupuesto es enviado a los organismos suprauniversitarios, y éstos se deleitan haciendo recortes y eliminando partidas; por consiguiente, son esta instancias, con independencia de las Universidades, las  que en definitiva  terminan haciendo el presupuesto a su real saber y entender, el que  es enviado a la Universidades para su aprobación. Algunas veces, como ha sucedido en la actualidad, los consejos universitarios o sus equivalentes se niegan a aprobar un presupuesto hecho de tal manera, de entrada deficitario; pero, la mayoría de las veces, ante el chantaje de quedarse sin presupuesto, se aprueba, agregando al presupuesto el calificativo de “equilibrado”, lo que de entrada anuncia  la serie de conflictos por venir, debido a que en el presupuesto no se incluye deudas atrasadas, incrementos salariales, ajustes por inflación, crecimiento natural de las instituciones, nuevos proyectos, etc, es más, se utilizan, como ahora, patrones referenciales de 3 y 4 años atrás  como si se tratase de una institución paralizada, que se quedó anclada en el tiempo. La Universidades y sus autoridades se convierten en magas administrando partidas para mantener la institución en   funcionamiento  precario, a costa de incumplimientos laborales  y generales de todo tipo.  Sin duda alguna hablamos de una dinámica perversa que compromete a todos los miembros de la comunidad universitaria. La marcha reciente y la conflictividad universitaria del momento, la que no debe cesar hasta lograr sus objetivos, es el grito desesperado de los miembros de una comunidad que no aguanta más. A los trabajadores universitarios, particularmente, a los profesores, se les niega todo tipo de derecho y de reivindicaciones. Se les incumple, hasta más no poder, sus contratos laborales, sus beneficios socio-económicos y, en general, sus condiciones generales de trabajo, lo que se traduce en un languidecer institucional, en una muerte lenta pero segura. Los llamados créditos adicionales, recientemente aprobados para las Universidades y que causan tanto furor en el Ejecutivo y la Asamblea Nacional , al punto de exigir “cuentas claras”  y la pena de muerte para los administradores universitarios, constituyen un engaño, no entusiasman a nadie, por cuanto se trata de recursos para pagar deudas contraídas hace 3 años o más, con bolívares totalmente devaluados. Pero, nada se dice  sobre aumentos de salario,  Normas de Homologación,  extensión de beneficios,  pago de prestaciones sociales,  aumento de becas, entre otros reclamos, absolutamente justos y nada desestabilizadores. En consecuencia, ¿cómo exigir cuentas claras  y transparencia en la administración de recursos que no existen, que no han sido asignados? El presupuesto universitario es, sencillamente, un engaño.
                                                                                           Absalón Méndez Cegarra

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